
En marzo, tras tres meses en los que la duración de los días crece paulatinamente, sucede el equinoccio, y por fin, el tiempo diurno iguala al de las noches. A partir de ese día, en que la primavera comienza en el hemisferio norte, la luz del sol baña la tierra las mismas horas que la oscuridad arropa a la noche. Día y noche se equilibran armónicamente.
En la naturaleza, todo vuelve a la vida. Todo comienza de nuevo tras el letargo invernal, los árboles se llenan de nuevos brotes, los animales crían a sus retoños, los arroyos bajan crecidos de las montañas tras el deshielo y las flores se diseminan inundando de colores los prados.

Las tierras del norte viven una fiesta de color, luminosa, vibrante y llena de esplendor. La vida se despliega con fuerza y vitalidad, mostrándonos con su diversidad, todas las facetas de su luz diamantina. La Madre Tierra se despereza y despliega su poder creador, nutricia, expansiva, amorosa.
¡Bienvenida primavera! Comienza un nuevo ciclo solar, despierta un nuevo año!
